miércoles, 23 de enero de 2008

Todo está conectado

La tradición marcial es un concepto que nos habla de cómo una enseñanza proveniente de un maestro es transmitida a un grupo limitado o amplio de personas y como aquellos que son capaces de asimilar el conocimiento se vuelven en nuevos transmisores de estos conocimientos. Esto genera una cadena conocida como linaje. Sin embargo, las personas no se encuentran aisladas, y lo aprendido de un maestro se ve influenciado de muchas maneras por nuestro contacto con otros maestros, con otros practicantes e incluso por nuestro contacto con alumnos o personas fuera de los círculos marciales. Esto va generando pequeños o grandes cambios en nuestra percepción de nuestro entorno y en la forma en la que el conocimiento se transmite. De ahí que dos practicantes de un mismo estilo, que son a su vez alumnos de dos hermanos de arte marcial, pueden tener diferencias tan marcadas en sus concepciones del arte. En resumen, el linaje determina la cadena de maestros, pero las interacciones que no se ven en el linaje, forman una red que genera en algunos casos la evolución de un sistema y en otros su deterioro.

Sin embargo, es muy difícil establecer como estas interacciones van ocurriendo y quien es responsable de que progresos o retrocesos. En la mayoría de los casos, lo mas fácil es reconocer el grado de evolución de un arte y practicarlo, sin perder mas tiempo en averiguar porque otros lo hacen de diferente manera. Al mismo tiempo, es necesario tener la mente abierta y ser receptivos como una copa vacía, para poder aprender de cualquiera que esté a nuestro lado y poder transmitir y compartir lo aprendido.

Estas redes de relaciones son interesantísimas y muchas veces son tan intrincadas que es difícil entender como estas relaciones humanas se fueron dando. A continuación les contaré la historia de mi amiga María Angles González, como la conocí y como compartí su amistad con otros que posteriormente la llegaron a considerar como su maestra, sin saber que mi cercanía con María se debía a un acto del ahora alumno de María.

Yo me inicié en las artes marciales chinas por ahí del año de 1986, pero por el complicado ritmo de la Facultad de Química, tuve que suspender mi práctica. Años mas tarde (1994), siendo yo profesor de bioquímica en una escuela de educación media superior, conocía a Felipe Hartasánchez, quien era mi alumno. El me comentó que era practicante de Shaolin y yo le pedí que una vez terminados sus cursos, me enseñara el arte. Así me hice su alumno (1995). Por otro lado, yo estaba cursando mis estudios de maestría en donde una de mis maestras era la Dra. Rosas.

Un día (1996), una persona se presentó en la oficina de la Dra. Rosas para pedirle si era posible que su hijo hiciera una estancia en su laboratorio en lo que iniciaban los cursos de la carrera de Medicina. La Dra. Rosas nos envió a este muchacho (Sebastián) a que trabajara con nosotros. Meses después (finales de 1996), asistí a un congreso en Oaxaca y Sebastián se presentó con un amigo que lo acompañaba. Una de las tardes libres, caminando por las calles de Oaxaca, me metí a una tienda donde vendían espadas. El amigo de Sebastián de nombre Antonio, me preguntó que porque me interesaban las espadas y le dije que yo practicaba artes marciales chinas y que mi maestro de tai chi me iba a enseñar una forma de espada. Me preguntó que si le podía enseñar lo que practicaba y le dije que no, que no tenía la suficiente experiencia pero que lo podía contactar con mi maestro, Felipe. Al volver a México Toño me convenció a su mamá de que era una buena idea que toda la familia se enrolara en la actividad. María Angeles es el nombre de esta mujer. María se hizo alumna de Felipe y durante varios años nos tratamos muy superficialmente, hasta que debido a una injusticia que se estaba haciendo en contra de Felipe (inicios de 2000), María y yo nos volvimos muy cercanos al cerrar filas en torno a nuestro maestro. Por aquellas épocas, ella empezó a practicar tai chi bajo la dirección de nuestro maestro común, Alfonso, y asistía a mis clases para avanzar lo mas rápido posible. Un año después, abríamos el Instituto Lung Men, en donde yo era instructor de Tai Chi Chuan y Shaolin, y María era nuestra flamante maestra de Yoga.

Cuando abrimos la puertas de Lung Men, invité a mi maestra, la Dra. Rosas a que practicara tai chi chuan. Sabía que esta disciplina la beneficiaría en muchas formas. Ahí fue que la Dra. Rosas conoció a María. Prácticamente desde el principio se sintieron identificadas y allegadas. La Dra. Rosas le pidió a María que le ayudara con técnicas de relajación para mejorar su manejo de estrés y María le daba sesiones especiales de ejercicios de relajación, utilizando técnicas de yoga en los que ella es experta. Después de varios meses de trabajo con María, la Dra. Rosas me dio las gracias por haberlas presentado. En el momento no me acordé de cómo había ocurrido toda la historia, pero esa noche, pensando en las palabras de la Dra. Rosas, me acordé de toda la cadena de eventos. Curiosamente, la Dra. Rosas se veía beneficiada muchos años mas tarde, por una acción que quizá no había sido meditada al enviarnos a Sebastián a nuestro laboratorio y por supuesto, nadie podría imaginar como años después la madre de un amigo de este chico ayudaría profundamente a mi maestra.

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María practicando Yoga en el Instituto Lung Men

Este es un magnífico ejemplo de cómo en la vida, todo está interconectado y hay que mantener la mente abierta y lista para recibir los regalos que la vida nos va poniendo enfrente.

1 comentario:

Hitlercito dijo...

así es, todo está interconectado, yo estudiaba la secundaria con su hermana, lucy hartasánchez